Me preguntas,
haciéndote la inocente,
el porqué me gusta
poner mis manos entre tus piernas.
En el auto, en el café,
en el cine, en el parque…
Y mientras más arriba, mejor…
Como si no supieras la respuesta,
como si no supieras que tus piernas
son la llave de entrada al paraíso,
y que acariciándolas
poco a poco, lentamente,
y en ruta hacia arriba,
llegaré eventualmente
a la puerta que abre
todos mis deseos.
Tú solamente encárgate, mi amor,
de irlas abriendo,
conforme yo vaya subiendo.
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