Nos faltaban horas en la noche para amarnos,
y nos faltaban esquinas en la ciudad para besarnos.
No había suficientes lunas que invocar
para asegurar la eternidad de nuestro amor…
Se nos acababan las estrellas
contando los besos que nos dimos,
y la inmensidad del océano se quedaba corta
comparándola con la profundidad de nuestro amor.
Y míranos ahora,
solos y separados…
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