• Relámpago y trueno

    Ven conmigo
    y seamos
    relámpago y trueno,
    mar y playa,
    ritmo y melodía
    juntos.

    No te digo
    que no tendremos más
    días difíciles,
    pero los enfrentaremos
    juntos.

    No te digo
    que no habrá peleas,
    pero nos sobrará amor
    para resolverlas.

    Ven conmigo
    y nunca te faltará
    una mano que te ayude
    a levantarte cuando caigas;
    unos hombros que lleven
    contigo la carga.

    Sé mi escudo
    y yo seré tu espada
    y juntos podremos,
    entre beso y beso,
    recorrer en busca de aventuras
    el mundo.

  • El día de mi juicio final

    Cuando tenga que responder
    en mi juicio final
    y me pregunten por ti,
    les diré sin ninguna sombra
    de arrepentimiento
    que te quise sin reservas,
    aunque sabía que eras de otro.

    Que nos deseamos
    con una pasión que hasta entonces
    no habías vivido en tu vida.

    Que tuvimos sexo muchas veces
    y en unas pocas,
    hicimos el amor.

    Y que yo sé,
    que jamás volviste a sentir
    con la intensidad que sentiste
    conmigo.

    Pero tendré que explicar
    que mientras tú me besabas
    con deseo y ansiedad,
    yo te besaba
    buscando la eternidad.

    Parece ser que íbamos detrás
    De cosas tan distintas. Verás,
    tú buscabas un ferviente admirador,
    y yo quería una compañera en el amor.

    Hoy los dos lloramos
    lágrimas de soledad.

  • Amores buenos… amores malos…

    Todos en esta vida
    tenemos amores buenos
    y amores malos.

    Si ya tuviste un amor malo,
    déjalo atrás.
    No le des más vueltas
    ni más vida.

    Entiérralo bien profundo
    y no lo visites más.

    Pero si has tenido un amor bueno,
    siémbralo y cultívalo.
    Riégalo todos los días.
    Tómale fotos,
    hazle un millón de recuerdos.

    Platícalo con los amigos,
    festéjalo,
    publícalo por todo lo alto
    y trabájalo todos los días.

    Haz todos tus esfuerzos
    para que se quede siempre contigo.

    Alguien dijo una vez
    que la tierra es de quien la trabaja.
    El amor también.
    El amor es de quien se cultiva
    y cultiva cada día el amor que Dios le ha dado
    para que crezca cada día
    más fuerte, más grande y más hermoso.

  • Nuestro amor no se ha ido a ninguna parte…

    Aunque te hayas ido,
    nuestro amor
    es para siempre.

    Los besos que nos dimos,
    las promesas que nos hicimos,
    los abrazos que en la noche se perdían,
    y los sueños que juntos construimos…

    Todas esas cosas quedaron
    grabadas en mi corazón y en el tuyo,
    y también, en el vasto lienzo del universo,
    escritas con el tinte eterno de nuestra pasión.

    No se fueron a ningún lado,
    y cuando elevas la vista a las estrellas,
    nuestra historia sigue allí, inscrita
    en el firmamento, eterna y bendita.

    Tú te fuiste,
    pero el sueño
    de un “nosotros”,
    unidos y amándonos,
    permanece cincelado
    en la pared de piedra
    de la eternidad.

  • No supe entender que tenía un tesoro

    La cama caliente
    y tu piel suave…

    Los pájaros cantando afuera,
    en la mañana,
    y los labios de tu boca, rojos…

    Tus cabellos revueltos,
    tu sonrisa pronta,
    tus ojos somnolientos
    y tu entrepierna húmeda…

    Tus besos, ansia pura,
    tus manos, viajando sin censura,
    tus piernas que me invitan, abiertas,
    y tu boca que envuelve
    mi firmeza en su aventura,
    sorbiendo, para recibir, entera,
    mi locura…

    Tenía el paraíso en mi cama
    y no lo sabía…

  • La despedida que nos faltó

    Nunca pude despedirme.

    No como me hubiera gustado.

    Te fuiste tan pronto
    que mi adiós
    se quedó atorado
    entre mi pecho y mi garganta.

    Y es que hubiera querido decir
    tantas cosas…

    Pero más hubiera deseado
    que no te hubieras ido nunca.

    Y hoy navego por la vida
    con la despedida que no te di
    atravesada en mi corazón.

    Quizás un día regreses
    y yo pueda despedirte
    como lo mereces.

  • La puerta que está cerrada

    Si esa puerta no se está abriendo para ti,
    quizás es porque no es la tuya.

    Quizás tu puerta está más adelante
    y seguro que es más grande, más bonita
    y lleva a un jardín más hermoso.

    Pero mientras sigas terco, tocando donde no es,
    no llegarás a lo que te está destinado.

    Si ya diste todo; si diste de más,
    hasta casi perderte a ti mismo,
    y recibiste casi nada…

    Si quisiste con todas tus fuerzas
    y hasta un poquito más allá,
    y no supieron amarte igual…

    No te sientas mal, ni te arrepientas,
    que algo habrás aprendido…

    Deja atrás esa puerta.

    Agradece lo vivido con toda tu alma
    y sigue adelante por el pasillo.

    Hay para ti, una puerta más grande, más bonita
    y que lleva a un jardín más lindo,
    solo para ti.

  • Solo por hoy

    Y hoy me he dado cuenta
    de que quizás,
    tan solo quizás,
    hay una pequeña parte de mí
    que no quiere dejar de extrañarte.

    Porque dejar de extrañarte,
    sería olvidarte.

    Porque dejar de extrañarte,
    sería terminar de perderte.

    Y quizás,
    tan solo quizás,
    hay aún una pequeña parte de mí
    que no está lista para olvidarte,
    que no está lista para perderte.

    Una pequeña parte de mí
    que prefiere seguir sintiendo dolor
    antes que sentir ausencia de ti.

    Dejaremos a esa partecita de mí
    dormir tranquila,
    por lo menos hoy.

  • Ven ahora

    Ven a conocerme otra vez,
    ahora que los campos están verdes
    y yo he renacido nuevo.

    Ven a conocerme otra vez,
    ahora que vuelo con alas nuevas,
    ahora que brilla alto el sol en el cielo.

    Ven. Conóceme ahora.

    Ahora que se han ido las tristezas.
    Ahora que he aprendido de lecciones y razonamientos.
    Ahora, que ya se fue la nieve
    y las flores nos saludan desde el monte.

    Ven a conocerme otra vez,
    ahora que he aprendido a vivir sin ti,
    y sin embargo,
    aún quiero vivir contigo.

  • Una rosa en el pasado

    Los vio venir de frente cuando ya era demasiado tarde.

    Ella venía colgada del brazo de su nueva pareja. Venía riendo. Le brillaban los ojos y hablaba casi gritando. Indudablemente, estaba irremediablemente enamorada.

    Se le vinieron al pecho sentimientos encontrados. Una pequeña satisfacción al verla contenta y una lanza de celos clavada en el corazón por verla contenta… con otro.

    Se recordó caminando con ella, precisamente por esta misma calle, el último día. Sin embargo, ¡qué diferentes se veían! Caminaban en silencio, separados. Ella miraba hacia los escaparates de las tiendas y él veía hacia la calle, los autos que pasaban. Habían terminado unas horas después.

    ¡Mierd@! Qué pequeño, el mundo, ¿no? Tendría que haberse mudado al otro lado de la ciudad. Tendría que haberse ido a otra ciudad. Pero no, no había hecho nada. Y ahora estaba a punto de encontrarse frente a frente con ella, y para colmo, ella venía con el nuevo novio. (Tenía que ser el novio; ella no acostumbraba colgarse así del brazo de cualquier amigo).

    Miró a su izquierda y vio una florería. Entró ahí rápido para esconderse y se arrepintió al instante: era el lugar al que solían ir juntos; compraban flores; conversaban con un poco con la dueña; en fin. Cosas de enamorados.

    Se consoló pensando que solo estaría ahí un instante. Miró a la calle, esperando verlos pasar.

    Un instante después los vio pasar. Pero ella, mujer al cabo, se detuvo a ver las flores. ¡Demonio! Qué inconveniente. Seguía sonriendo. Cuando ella miraba a su pareja, sus ojos pasaban de la boca a los ojos del novio, como pidiendo a callados y fuertes gritos un beso. (Tenía que ser el novio. Ella no miraba así a nadie si no estaba enamorada).

    Cuando ella finalmente miró al frente, al fondo de la tienda, desgraciadamente, sus miradas se encontraron. Ella aspiró aire repentinamente, se puso derecha y abrió mucho los ojos. Como quien descubre un fantasma. Y vaya que sí, que había visto uno. El novio (tenía que ser el novio. Nadie más reacciona así) le giró suavemente la cabeza con la mano y le preguntó algo. Seguro, si estaba bien.

    Ella bajó la mirada, suspiró y dijo algo. Seguro, que estaba bien.

    Casi lo empujó para seguir caminando por la calle, mientras se enjugaba discretamente una lágrima.

    Y él se quedó ahí como un estúpido. Cuando miró al mostrador, encontró a la dueña, mirándolo preocupada.

    Él tomó una rosa. La miró. Aspiró el aroma un instante.

    Qué ridícula le parecía ahora una rosa: es la flor del romance, y la verdad es que en su vida, ya no había romance.

    La colocó de nuevo en su lugar. Alzó los ojos y le sonrió discretamente a la dueña del lugar, que, con las manos en el pecho, lo seguía viendo preocupada.

    Después salió y siguió su camino, silbando. Con la frente en alto.

    Iba andando más ligero.

    Había entendido que su pasado estaba escrito en piedra. Pero él no tenía que llevarla sobre sus hombros.

  • Tu teléfono

    Perdón por no contestarte el teléfono,
    pero ya no tenía fuerzas
    para vivir otra vez en el pasado.

    Perdón por ignorar esos mensajes,
    que ya no traen novedad sino eco
    de un cuento mil veces narrado.

    No pienso volver a responder,
    pues lo que fuimos ya no está,
    se perdió en el tiempo; no volverá.

    He trabajado mucho en mí.

    Tú te fuiste a buscar una “mejor persona”;
    yo me quedé
    y decidí mejorarme como persona,
    no para ti,
    ni para nadie.

    Solo para mí.

    Y algo no te funcionó y ahora me llamas.

    Perdón, no volveré a contestar,
    ya no tengo fuerzas para revivir
    un pasado que debe descansar.

  • En el amor de pareja

    Hoy no traigo un poema.

    Pero estuve recordando una relación pasada y esto fue lo que pensé.

    El amor ideal entre una pareja está hecho de confianza y alegría.

    El amor ideal entre una pareja es un espacio seguro
    donde puedes hablar de tus fantasías más íntimas,
    y de tus más grandes secretos,
    y mostrarte tal cual eres, sin filtros.

    Es quizás el único lugar, fuera de ti mismo,
    donde puedes ser tú mismo.

    En el amor verdadero,
    (quiero pensar)
    no tienes que mentir,
    ni pretender ser quien no eres.

    No tienes que estar persiguiendo la aceptación de la otra persona,
    ni tienes que estar pasando pequeñas “pruebas”,
    ni tratando de leer mentes.

    En el amor verdadero
    no van a usar en tu contra
    una confesión que hiciste cuando estabas vulnerable,
    o un gran secreto que confiaste en un momento de intimidad.

    En el amor verdadero
    no existe el
    “todo lo que digas puede y será usado en tu contra”.
    ¡Se supone que estás con tu mejor amigo!

    Y si no es así,
    es hora de empacar
    y seguir adelante.