• Adicto

    Me volví adicto
    a estar dentro tuyo,
    a despertar dentro de ti
    y a caer dormido, aún dentro de ti.

    Me volví adicto
    a ese abrazo,
    apretado, cálido y húmedo,
    y a los gemidos que me regalabas
    mientras yo taladraba en mi morada.

    Me volví adicto
    a tus movimientos
    y a tus contracciones,
    y a tus húmedos terminares.

    Adicto a ese calor mojado tuyo
    que se iba escurriendo
    desde el centro de nuestra unión
    mientras yo me comía a besos
    tus labios.

    Y ahora
    que ya no puedo sentirme ahí,
    me siento más solo
    y desposeído que nunca…

  • En la playa…

    Me gusta verte correr desnuda por la playa
    disfrutando del contacto
    del sol, del calor, de la brisa y del agua
    en todos esos lugares
    que otras mujeres, tímidas, esconden.

    Me gusta verte libre y osada
    disfrutando juntos
    de nuestro erotismo
    al aire libre.

    Me gusta verte atreverte
    donde todas tus predecesoras
    tuvieron miedo de caminar…
    Ver tu piel desnuda
    brillando bajo la luz del medio día…

    Y aun así
    estoy planeando besarte
    en todos los lugares
    que se le han escapado al sol…

  • Reencuentro

    Se volvieron a encontrar
    el día que menos lo esperaban.

    Él llevaba años
    planeando inspiradas palabras;
    Ella había ensayado
    varias poses coquetas.

    Pero no hubo más que un incómodo silencio entre ellos.

    Ella se recriminó
    no haber continuado la dieta
    que le habría dado esas curvas
    por las que él hubiera muerto.

    Él se arrepintió
    de no haber ahorrado
    para comprar ese traje de tres piezas
    que tan bien se le hubiera visto.

    Se encontraron como dos desposeídos
    que chocaron otra vez
    en una imprevista curva de la vida.

    Eran dos melodías incómodas,
    que separadas,
    no hacían ningún sentido;
    dos solistas aislados
    en lo que pudo haber sido un gran concierto.

    Se fueron por caminos separados,
    cada uno a llorar su pena,
    porque solo en algunas historias cursis
    se vuelven a encontrar los grandes amores,
    ya añejos, ya refritos,
    para vivir
    nuevos y envidiables
    romances de ensueño.

  • Un libro mágico y secreto…

    Escribimos juntos un libro mágico y secreto.

    Lo llenamos de pasajes ardientes y apasionados,
    donde sobraron posiciones, lencería y fantasías.

    Para que fuera interesante,
    lo salpicamos de diferentes localidades
    en cuatro países diferentes.

    Le pusimos escenas a distancia
    y capítulos de cercanías inéditas.

    Sí que había mucho erotismo,
    pero también derrochaba ternura, amor
    y, yo pensaba,… eternidad.

    Era una delicia leer ese libro
    que venía con fotografías, vídeos, canciones,
    recuerdos, ilusiones y pasiones.

    Era un libro secreto
    porque no éramos más
    que amantes.

    Ya no existe más,
    ese grueso libro de ilusiones.

    Iba a quemarlo el día que te fuiste,
    pero cuando llegué hasta donde lo guardaba
    ya no había más
    que un montón de cenizas humeantes.

  • Esa noche…

    Aquella noche,
    aunque estabas desnuda,
    vestías de luces y de fuego.

    Brillaban en tus ojos
    promesas
    de pasión y eternidad.

    Bañaba tu pubis
    el manantial de tu deseo,
    que entonces
    nos parecía eterno.

    Bailaban, eróticas,
    tus manos
    dibujando universos
    sobre mi piel desnuda.

    Apresaban tus labios
    mi sexo,
    duro y erecto,
    buscando extraer el néctar
    que gustosa bebías.

    Jugaba tu lengua,
    recorriéndome completo.

    Bailábamos juntos
    lo que pensábamos que era
    un baile eterno
    de amor y de deseo.

  • Ya habías sido mía…

    Ya habías sido mía
    antes de desnudarte…
    en mis fantasías,
    y también en las tuyas.

    Ya habías sido mía
    antes de desnudarte para mí,
    en tus miradas seductoras,
    y en tus labios
    que, coquetos,
    sabían contornearse
    de manera especial
    para provocar mi deseo.

    Ya habías sido mía
    antes de desnudarte,
    cuando me tomabas de la mano,
    como no queriendo,
    al caminar por la calle,
    y también en ese beso furtivo
    que me diste
    antes de etiquetarnos
    como “amantes”.

    Ya habías sido mía
    sino en obra,
    sí en pensamiento y fantasía.

    Y ese vestido negro
    que te quité aquella primera noche,
    ya se había deslizado
    más abajo de tus piernas
    mil veces en tu fantasía
    antes de que lo hiciéramos realidad.

    Ya habías sido mía
    y el día que me derramé dentro tuyo
    (mientras me gemías al oído)
    simplemente terminamos el trámite
    que nuestros corazones habían iniciado
    varios años antes.

  • Ahora

    Ahora que estamos solos…

    Ahora que se han apagado las luces…

    Ahora,
    que se ha ido el sol
    y ha llegado la nieve…

    Ahora,
    que ya no hay flores
    y solo quedan dolores…

    Ahora,
    que ya no somos
    lo que fuimos…

    Ahora,
    que no cantan los ruiseñores,
    escondidos de los cazadores…

    Ahora que ya no soy sol,
    ni tú eres luna…

    Ahora dime,
    ¿valieron la pena tus traiciones?

  • Fuiste

    Fuiste el bálsamo de mis heridas
    en mis días más oscuros;

    La cómplice que necesitaba
    en mis más locas aventuras;

    El corazón que supo latir
    al mismo ritmo que el mío;

    La sonrisa que salpicó colores
    en mis anécdotas más grises…

    Y aún ahora
    me consuela saberte viva y contenta,
    aunque hayas encontrado el amor
    en otros besos…

    Aunque sea lejos de mí.

  • Me vas a extrañar

    Inevitablemente
    te darás cuenta un día

    De que las mariposas que sentías en tu estómago,
    solo se daban con nuestros besos…

    De que el sabor a miel en el café,
    solo lo saboreabas cuando estábamos juntos…

    De que los colores del verano y el otoño
    eran más vivos en mis brazos…

    Y de que la primavera
    era más cálida
    cuando despertabas en mi cama.

  • Cuando ella estaba conmigo…

    No importaba nada
    mientras ella me quisiera.

    Podía el mundo entero
    terminarse sin problema,
    mientras ella me quisiera.

    Los problemas eran chicos
    y las alegrías eran grandes
    cuando ella me quería.

    Dichoso el hombre enamorado
    que se sabe amado
    porque no hay límite
    para el alcance de sus obras.

  • Dueles por la mañana

    Faltó tu sonrisa hoy al despertar…
    Faltó ese beso antes de que te lavaras los dientes.

    Faltó tu cuerpo desnudo en la regadera
    y tus manos masajeando mi cabello mojado.

    Faltó tu conferencia matutina
    acerca de los peligros de tomar demasiada azúcar
    durante el desayuno.

    Faltaron tus incontables besos por la mañana,
    tus palabras bonitas
    y tus manos acariciando mi barba.

    Faltaron tus carcajadas corriendo por la casa
    y los huevos que tan bien sabías cocinarnos.

    Dueles hoy, por la mañana.

  • Amándonos

    Avanzo lentamente por su piel,
    desnudándola despacio…

    Con los ojos cerrados,
    ella se va dejando hacer
    y se abandona a mis actos.

    Voy colocando besos y caricias
    en cada palmo descubierto
    y ella salta a veces, o se estremece
    de placer, de excitación o de sorpresa.

    La encuentro húmeda
    cuando deslizo mis dedos entre sus piernas.
    Sus labios brillan y están hinchados
    y a mi me encanta beber toda su miel.

    Gime, invocando mi nombre, empujando mi cabeza.

    Vamos hilvanando hechizos
    bajo la luz de la luna…